EVANGELIO DEL DÍA. IV DOMINGO DE CUARESMA

DOMINGO 26 DE MARZO

Lectura del santo evangelio según san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
QY estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿Qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.

Comentario:

“Ahora sois luz en el Señor”, nos recuerda la carta a los Efesios. Bien podemos orientar el mensaje de la liturgia de este domingo de cuaresma desde este dictamen, pues si se trata de orientar (o reorientar) – y acerca de eso trata toda la cuaresma – qué mejor que la simbología de la luz que se nos presenta hoy.
El ciego no le pidió nada, y  el le dió lo que mas necesitaba, la vista. Abrió los ojos de la cara y reconoció con los ojos de alma que tenía la luz del mundo delante.
Nosotros somos ese ciego y nos tenemos que mostrar ante el y tenemos de ser testigo de su amor. 

UN CRISTIANO FIEL, ILUMINADO POR LOS RAYOS
DE LA GRACIA AL IGUAL QUE UN CRISTAL,
DEBERÁ ILUMINAR A LOS DEMÁS CON SUS PALABRAS
Y ACCIONES, CON LA LUZ DEL BUEN EJEMPLO

San Antonio de Padua

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